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Tu pasado te llama. No, no es tu pasado, dice que es tu futuro y tu todos los días. Resulta que no evitás, esta vez, atender el teléfono. Otro enerito estático para transpirar. Al final, volviste al aposento superior, el tuyo y estás con esto de escribir mirando el cielo, mirando los árboles, mirando a través de la ventana. Y está muy bien. Antes no pudiste. Hace un año no, todo estaba cambiando, todo giraba, ahora te hallás estática vos frente a una ventana, dispuesta a sacudir el esqueleto en pos de una luna nueva, de un vuelco inesperado, de girar. Estás estática en pos de girar. Hay un eje. Esta vez está claro que hay un eje. No sabés si está en esta pieza, si está abajo, si te atraviesa constante, si es sólo tuyo e inventado (lo más probable) no sabés pero tenés un eje. Vas a girar este veranito estático, es un sintagma que ya usaste demasiado, lo sabés y te da asco, no más veranito estático, no más estática anilorac, no más sinsentido, hay eje, hay eje con jefe y sos tu propio mando-mango de sartén que frita ideas, que frita de ideas en eje girás.

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